7 de enero de 2009

Entrevista a Óscar Martín Castro, Gran Pianista Sevillano

Óscar Martín Castro es un pianista emergente del panorama musical español. Entre sus próximos compromisos de la temporada 2008-2009 caben destacar la interpretación integral de Iberia de Isaac Albéniz, tanto para piano sólo como junto al bailaor flamenco Andrés Marín (en el Festival de Música Española de Cádiz), la interpretación del Concierto núm. 2 para Piano y Orquesta de Bela Bartok, junto a la Orquesta Filarmonía de Oviedo bajo la dirección de Oliveir von Dohnáni, y recitales en la sala Cajasol y el Teatro de la Maestranza de Sevilla.

Precisamente nace en la capital andaluza, si bien ha recibido los consejos musicales de sus profesores Ana Guijarro, Tibor Szász, ó Vitali Berzon, así como de otros maestros como Daniel Barenboim o Dimitri Bashkirov, entre otros. Actúa como solista junto a notorias agrupaciones como Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Orquesta Ciudad de Málaga u Orquesta de la Academia Bandart, de la mano de directores como Juan Luis Pérez, Peter Gülke, Pedro Halffter, James Ross, Pablo Mielgo ó Juan García. Igualmente, ha participado en relevantes teatros y festivales internacionales como, por ejemplo, Teatro Teresa Carreño de Caracas (Venezuela), Auditorio Nacional de España, “Palais de Beaux Arts” de Bruselas (Bélgica), Festival Internacional de Segovia, Festival Internacional de Úbeda, ó Festival Internacional de Granada, recibiendo éxitos de público y crítica. Después de su dilatada carrera de perfeccionamiento pianístico por Alemania y Holanda, regresa a Sevilla, desde donde actualmente está desarrollando su actividad concertística.

Entrevista
:

Ha sido afortunado al recibir consejos de músicos prestigiosos de la actualidad. Realmente, dígame, ¿quién ha marcado huella en su recuerdo?

Difícil responder, porque cada uno ha sido importante en su momento. Es más, en el momento en el que estudié con alguno de ellos, no siempre fui del todo consciente de lo que me querían transmitir, y cada vez tiendo más a recordar consejos de tiempo atrás. Como genio podría definir a de Tibor Szàsz, mi profesor de Freiburg, artista y persona colosal. Vitali Berzon fue mi segundo maestro en Alemania; con unas dotes pianísticas excepcionales, también me ayudó y motivó muchísimo. José Antonio Coso, mi primer profesor en el conservatorio de Sevilla, ya alimentó definitivamente mi vocación por la música, y Ana Guijarro, mi verdadera madre musical, me reafirmó por completo en el mundo del piano, al ser una profesora concertista a la que tanto admiré y admiro sobre un escenario… También músicos enormes a los que he tenido la inmensa suerte de conocer en clases magistrales, como Frederic Gevers, para quien toqué varias veces siendo aún un niño, Elza Kolodin, elegantísima pianista, o el Maestro Daniel Barenboim; Dimitri Bashkirov, quien me dio clases algún tiempo en la Escuela Reina Sofía de Madrid; y, cómo no, la pianista y profesora Almudena Cano, quien tanto me ayudó e influenció en mi andadura musical. Todos, a su manera, me han ayudado a creer en mi camino.

¿Qué le transmitió el Maestro Barenboim? O mejor dicho, ¿con qué se queda en la práctica?

A pesar de que nuestro encuentro fue corto, me transmitió la simplicidad y a la vez la profundidad de la música. Interesantísimo su concepto de la agógica, de la tímbrica, del peso armónico,... Gracias a una visión tan profunda, extensa y contextual, ya que además es director de orquesta, al sentarse al piano puede hacer lo difícil simple a la vez, entender las cosas en todo su concepto y en toda su sencillez, al mismo tiempo. Reafirmó mi admiración hacia él. Un genio.

De recibir clases como estudiante, a ser profesional, ¿ha sido un paso deseado, no tan difícil como se imaginaba?

Es difícil y sigue siendo difícil. Somos muchos pianistas, y los hay muy buenos. Es una lucha día a día, primero contigo mismo, ya que sentirte plenamente satisfecho con tu trabajo es ya una tarea ardua, y segundo, para convencer a todo el mundo de que tienes algo que decir. Hay quienes creen en mí, y siempre se alimenta la esperanza de que, cada vez, puedan ser unos pocos más.

Su repertorio es muy amplio, abarcando compositores desde el Barroco hasta la actualidad; pero también siente especial interés por el repertorio español…

No podría definirme en un repertorio concreto. Desde la música de Bach hasta la música contemporánea, en los últimos años he hecho muchísimo y muy variado repertorio. Hace dos años, por ejemplo, tuve la suerte de interpretar el Concierto para Piano de G. Ligeti en el Teatro Central de Sevilla. Me sorprendí a mí mismo siendo capaz de disfrutar interpretando un concierto tan terriblemente difícil de aprender, y aparentemente tan hermético. La experiencia fue increíble. Al final descubres que todos los grandes compositores tienen un rasgo común: la autenticidad de sus mundos respectivos, y cómo estos se transfieren al intérprete y al oyente por la calidad de la creación.

Está perfeccionando Iberia para interpretarla en numerosos festivales y auditorios en el 2009 con motivo del centenario de la desaparición de Isaac Albéniz. Un musicólogo diría que es la cumbre del pianismo español. Desde su punto de vista como intérprete, ¿lo es también para usted?

Para mí Iberia es una obra muy grande, por todo lo que significa. Su escritura exuberante y su componente emotivo, al ser una música tan cercana por su folklore andaluz, que desde la niñez he escuchado, así como la dificultad de entender cada pieza en su contexto, al tratarse de una obra tan extensa, requiere una carga de responsabilidad enorme. Es una música que amo y que me apasiona… igual no va muy desencaminado quien lo diga…

¿Podríamos comparar la dificultad de la obra cumbre del maestro catalán con el “triple salto mortal”, “uno de los número que más respeto impone”? Cuénteme, ¿qué es realmente lo que produce en usted este reto?

La interpretación de la suite Iberia completa provoca una sensación vertiginosa, especialmente por la necesidad de interiorizarla de una forma tan profunda. Tener toda esa música dentro reporta una sensación única, una gran cantidad de energía, sensaciones y pasiones… Del mismo modo, tras interpretar la suite Iberia quedas totalmente desfondado.

Con respecto a Isaac Albéniz y su visión del Flamenco. ¿Qué tiene de Flamenco Iberia? ¿Imitaciones a la voz flamenca, presencia de la cadencia andaluza, uso de temas folklóricos…?

El fondo folklórico es importante, y el homenaje en que Albéniz hace a muchas ciudades de Andalucía es muy explícito y audible. Hace uso de cadencias, ritmos, y reminiscencias de rasgueados de guitarra y zapateados, aunque su escritura es romántica y tradicional, con influencias impresionistas.

Toca la suite Iberia para piano solo, pero en el Festival de Música Española de Cádiz va a ofrecer la interpretación de la música de Albéniz junto con la colaboración de un bailaor flamenco. Dígame por qué, ¿de dónde surge esta idea?

Surge de la idea de fusionar ambientes cercanos. El ambiente sonoro de Albéniz bien puede inspirar a un bailaor flamenco, por la cercanía de ambos mundos. Máxime teniendo en cuenta a un bailaor tan polifacético como es Andrés Marín. Surge para investigar, para disfrutar, y como homenaje a Albéniz y al Flamenco, eso sí, siempre respetando la veracidad de la música del compositor. Seguro que va a ser bien recibida.

Tocar para el gran público, tocar para grandes Maestros… ¿Cómo lleva esa responsabilidad? ¿Cuál es para usted la menor responsabilidad?


Todo lleva su carga de responsabilidad. Desde el momento en que una sola persona te escucha interpretar, ya te debes a esa persona, y esa persona ha de creer en lo que estás transmitiendo. Sin embargo, lo más paradógico es que, al final, cuando te sientas a tocar el piano, prácticamente olvidas muy a menudo dónde estás tocando y, por supuesto, para quién.

Ha tocado en festivales como Granada, Úbeda, Segovia, Ayamonte,... Próximamente actuará en el Festival de Música Española de Cádiz. Dígame, ¿cuál sería su sueño?

Mi sueño sería continuar disfrutando de lo que me apasiona, de la interpretación, de poder decir algo personal a los que me escuchan, siempre con sinceridad y, por supuesto, con la misma ilusión. Si eso da lugar a tocar en todos los lugares posibles, mejor que mejor...

Va a inaugurar las Jornadas Internacionales de Piano de Oviedo 2008-2009 en el Auditorio-Palacio de Congresos “Príncipe Felipe”, ciclo en el que, después de usted, tocarán Joaquín Achúcarro y Arcadi Volodos.

(Risas) Sí. No puedo explicar semejante honor. Sólo sé que la responsabilidad y la ilusión son enormes. Estoy deseando que llegue el día.

El concierto para piano y orquesta número dos de Bartok que va a tocar en Oviedo el 13 de diciembre de 2008 con la Orquesta Filarmónica de Oviedo es, sin lugar a dudas, otra obra maestra… ¿Qué opina de esta composición? ¿Qué tiene esta que no tengan otras?

Soy un amante de los músicos modernos, y Bartok es uno de mis compositores favoritos por su energía, por su fuerza, por su lenguaje originalísimo. Me encanta su música. Sus tres conciertos son maravillosos, y el segundo de ellos goza del mito de ser uno de los más difíciles compuestos para piano, junto al tercero de Rachmaninoff o al segundo de Prokofiev, por ejemplo. En Bartok se encuentra un folklore profundo, una rítmica muy salvaje...una catarsis absoluta. El misterioso segundo movimiento es mucho más reflexivo, más flotante, aunque intensísimo en su aparente quietud, con un pasaje central “presto”, que contrasta con la luz del primer movimiento, melódicamente afable y con la exigencia de fuerza del tercero.
Sin embargo, a diferencia del segundo movimiento del cuarto concierto para piano y orquesta de Beethoven en el que el piano es el claro vencedor, en esta composición no queda tan claro quién se impone en ese diálogo enfrentado. ¿Cuál seria el dialogo secreto que nos quiere trasmitir?

Además de ser un concierto muy solístico es, a la vez, muy camerístico. Sus recursos tímbricos orquestales son muy contrastantes y dialogantes con el piano. La música de Bartok es muy pura. Sus timbres, sus ritmos, hablan por sí solos. Triunfa la música, es su estado puro y categórico.

Solo dista una veintena de años entre 1908 y 1931, fechas de composición de las dos obras maestras mencionadas. A pesar de ello, la forma de desarrollar la música es muy distinta entre ambos compositores.

Distinta en el lenguaje, ya que estilizan el folklore con medios distintos, pero en los procesos de tensión y distensión, típicamente románticos, así como formalmente, ambas obras tienen su componente tradicional. Es interesante cómo Bartok, a diferencia de muchos, hace del piano un instrumento de percusión.

Desde el punto de vista del intérprete, ¿cómo se revive cada una de las composiciones, casi un siglo después, al tocarlas ante un público diferente al de aquellos tiempos?

Es una música que siempre estará viva. Ambos fueron modernos, y aún continúan siéndolo. Llama la atención que al gran público le parezca “música rara” la música de Bartok, cuyo segundo concierto, por ejemplo, es del año 1931. Es curioso cómo se le llama moderno al pop o al rock cuando, realmente, a lo que se está llamando moderno es a una forma de vestir o de peinarse. Si nos referimos a parámetros musicales puros, la música de un Bartok va infinitamente más lejos.

Entre sus futuros compromisos de esta temporada 2008-2009 también está reaparecer en el Teatro de la Maestranza de Sevilla el 26 de mayo de 2009, para volver a dar un recital, así como volver a actuar en el, quizás, el auditorio de música de cámara más prestigioso de toda Andalucía, la Sala Cajasol, el 17 de junio de 2009. ¿Se empieza a sentir profeta en su tierra?

Afortunadamente toco mucho en mi tierra, me aprecia mucha gente, y el vivir en España despierta las conciencias de la gente que te rodea. En mayo tocaré en el Maestranza transcripciones de Liszt sobre óperas de Wagner, y en junio, en la sala Cajasol, piezas de Bach y Schumann. Me siento afortunado y agradecido por el honor de tocar en salas tan relevantes. Como siempre, intentaré hacerlo con mi máxima honestidad e ilusión.



Me gustaría saber qué le dicen después de un concierto. ¿Hay algo que le han dicho que realmente le haya emocionado?

Recuerdo la satisfacción personal después de conciertos concretos. Eso es lo que te queda. Por encima de lo que te digan, siempre está la sensación inequívoca, desde el escenario, de que lo que estás interpretando se está recibiendo en la forma en que tú quieres que se reciba. Ocurre en los conciertos especiales. Esa forma de escuchar, de recibir lo que ofreces, es mucho más especial y sincera que el comentario a posteriori. La manera en que un público guarda silencio es muy significativa. Es impresionante sentir que puedes hacer magia con las sensaciones de la gente que te está escuchando… Recibir y sentir desde el escenario... Es muy especial.

Entradas populares